En el anterior blog quise dejar de manifiesto que el desarrollo infantil no puede detenerse en medio de la pandemia: los(as) cuidadoras tenemos la responsabilidad de establecer relaciones empáticas y brindar escenarios que acompañen la conquista de los niños y las niñas en aspectos emocionales, físicos, cognoscitivos y sociales.

¿Madres/padres o docentes?

Sin embargo, las experiencias durante el tiempo de confinamiento social, las dudas que he recibido y en general, las inquietudes de muchos cuidadores en estos tiempos me han motivado a realizar este nuevo blog, con el fin de identificar y fortalecer el tipo de acompañamiento que realizamos desde nuestro rol como cuidadores. Para ello, resalto 3 ideas:

1. Existe una diferencia importante entre la enseñanza de contenidos y el acompañamiento de procesos de desarrollo. Sin duda, el rol de los(as) cuidadores en casa (mamá, papá, abuelos, tíos, nanas, etc.) pertenecen a esta última categoría.

Las oportunidades de acceder a espacios de enseñanza y aprendizaje durante la vida de un niño(a), estarán presentes a lo largo de la vida. Por el contrario, la oportunidad de construir vínculos perdurables en el tiempo, basadas en relaciones seguras, recíprocas, respetuosas y amorosas que impacten el desarrollo, casi se limitan a los primeros años 6 de vida y le corresponden generalmente a mamá, a papá y a los(as) cuidadores principales de los niños y niñas.

2. Los padres y madres no son docentes. Su función principal es establecer relaciones de cuidado, protección, amor, reciprocidad, así como fomentar la exploración y el descubrimiento de su entorno.

Observo y escucho con frecuencias las cargas o culpas de mamás frente asumir un rol de docentes con sus hijos menores de 6 años: “es que a mí no me pone cuidado”, “es que yo no tengo paciencia para eso”, “se distrae muy fácil”, “es muy inquieto(a)”… Este panorama refleja la carga y el desgaste que implica asumir un rol de docentes en la relación con nuestro hijos(as), considerando que en muchas ocasiones, desconocemos conceptos y herramientas del área de la educación, la pedagogía y la psicología infantil, tales como características del desarrollo, estrategias de acompañamiento, imagen del niño(a), principios de acompañamiento, entre otras. Teniendo en cuenta lo anterior, considero que nuestra labor principal es brindar un entorno seguro, rico en experiencias sensoriales que invite a la exploración y descubrimiento de su entorno, afianzando el vínculo en las actividades cotidianas, sin mayores exigencias, como son; el baño, la rutina de acostarse, el lavado de dientes, la alimentación, el cambio de pañales, el tiempo de juego, entre otras. Dichos momentos son una gran oportunidad para fortalecer una base cerebral sólida y un apego seguro, caracterizado por relaciones amorosas, estables y receptivas.

3. La primera infancia no requiere enfocarse en el aprendizaje de objetivos académicos. A diferencia de lo que muchos creen, los niños y niñas en sus primeros años de vida no deben estar enfocados directamente en actividades como: aprender a leer y escribir, memorizar figuras, números y colores. Por supuesto que requieren esos aprendizajes, pero sus bases para llegar a ello deben ser las experiencias de juego; su principal sostén es la confianza en sí mismos y los demás, pero no es necesario centrarse en la realización o la repetición de planas y/o ejercicios estructurados. A partir del establecimiento de bases seguras y de confianza será muy sencillo incorporar esos nuevos aprendizajes en la edad apropiada.

De acuerdo con la reglamentación nacional (Constitución Política de Colombia: Art. 67 – Ley 115 de 1994), la educación preescolar en nuestro país está integrada por 3 grados, de los cuales sólo transición es de prestación obligatoria y se sugiere como edad de ingreso, a los 5 años. Sumado a ello, el trabajo intersectorial en primera infancia definió de manera precisa 4 actividades rectoras: 1) arte; 2) exploración; 3) literatura; y 4) juego. Las cuales son abordadas como espacios que en sí mismos producen aprendizajes y no como herramientas “instrumentales” que utilizamos para producir aprendizajes. Es decir que, jugar de manera libre, leer un cuento, amasar arcilla o cavar un arenero, para los niños y niñas YA ES POR SÍ un aprendizaje, sin necesidad de incluir de manera intencional, propósitos educativos. Estos 2 elementos sugieren la necesidad de reforzar espacios no estructurados en la primera infancia, que permitan a los niños y niñas jugar de manera libre, descubrir su entorno, respetar sus tiempos, activar sus sentidos, preguntarse, encontrar respuestas y sorprenderse en el día a día.

Sin duda, reflexionar, cuestionar y tomar posición sobre estas 3 ideas, nos darán claridad sobre las características del tiempo compartido en casa. Me encantaría recibir tus opiniones: ¿cuál es tu posición frente a cada una de estas ideas?

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