Un destete respetuoso: “TETA” = Tiempo, Encuentro, Tiempo (sí, más tiempo) y Amor

Una de las mayores convicciones al inicio de mi maternidad fue la lactancia como alimento para mis bebés. Mi primera experiencia me dejó profundas reflexiones y aprendizajes alrededor del tema: fui una madre adolescente, con una bebé prematura que no pude lactar desde el primer momento y que, durante sus 4 primeros días de vida en una Unidad de Cuidados Intensivos neonatales, fue alimentada por profesionales de la salud, en horarios establecidos, con teteros y fórmula; solo cuando mis visitas lograban coincidir con sus horas de comida, intentaba darle pecho. Fueron días retadores.
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Por supuesto, al llegar a casa, la bebé no quería recibir mi leche. Sin embargo, mi intención era tan fuerte que, en medio de toda la situación, me levantaba todas las madrugadas unos minutos antes para extraerme y darle de mi leche en tetero. En cada toma, le intentaba combinar el tetero con mi pecho, hasta que logramos instaurar las tomas solo de mis senos. Durante 1 año y 7 meses disfrutamos de los beneficios de la lactancia, pero también nos tocó enfrentar todo tipo de cometarios que generan dudas, inquietudes y producen angustia en las familias lactantes como, por ejemplo: “la niña no come por estar pegada a la teta”; “la niña no duerme toda la noche de seguido por estar tomando pecho”; “tanta leche la va a volver dependiente” … En aquella época, esos comentarios me desembocaron en un destete abrupto: de un día para otro cancelamos las tomas. La consecuencia fue inevitable: 3 días de llanto de una bebé que aún no comprendía lo que pasaba y una mamá que intentaba hacer lo “correcto”, a pesar de sentir como si una parte del corazón se le estuviera desprendiendo. Sentimiento sumado al malestar físico de unos senos hinchados y duros como piedras, donde la única alternativa para solucionarlo fue un medicamento que “secaba” leche.
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Varios años después, ese aprendizaje fue un terreno fértil para una nueva oportunidad de lactancia: tenía las mismas convicciones, la misma intención, pero la experiencia y la información lograron empoderarme mucho más; crearon una especie de blindaje frente a los mismos comentarios y temores de años atrás. La determinación fue tanta que, casi, llegamos a 4 años de lactancia. Sin embargo, en esta segunda experiencia una nueva preocupación surgió en mi: ¿cómo lograría un destete respetuoso para los ritmos y necesidades de los dos? Ya había vivido un destete que iba en contra de mis creencias, sentimientos, conocimientos y por supuesto, en contravía de los tiempos y necesidades de una niña de 19 meses. En esta ocasión, no quería repetir la historia y tampoco me sentía tranquila con los “tips” de: los pezones con sábila o microporo; las separaciones físicas para que se “olvide” de la teta; ni tampoco me convencía delegar esa tarea en un tercero porque eso era algo que debíamos asumir nosotros.

Así que me propuse experimentar y vivir un destete amoroso para ambos, de la mano de nuestro enfoque de crianza basado en el respeto y las necesidades del bebé. Definitivamente no existen “fórmulas mágicas” y es necesario reconocer siempre el contexto, para que cada uno viva su propia historia con sus hijos(as); sin embargo, les comparto las acciones que a nosotros nos ayudaron en este proceso:

  1. Observación:
    • Reconocer mi cuerpo, emociones y pensamientos frente a la lactancia: ¿cuándo experimentaba un sentimiento real de no querer continuar lactando, no por lo que me decían, sino por lo que yo lo sentía?
    • Identificar la relación de mi bebé con la teta: ¿cuándo pedía más?, ¿en qué momento la buscaba?…
    • Con la información anterior y teniendo claridad sobre la necesidad de ambos, iniciamos ampliando los tiempos de toma y entonces, para lograrlo: no ofrecía pecho e intentaba distraer cuando me pedía.
  2. Las tomas del día:
    • Inicié el proceso con las tomas de la mañana, luego con las de la tarde y finalicé con las de la noche. Esa elección depende de cada familia: las conclusiones de mi observación del punto anterior me llevaron a establecer ese orden, pero puede variar de acuerdo con la necesidad de cada hogar.
    • La eliminación de tomas requirió tiempo: lo hicimos con calma y sin afán. Por ejemplo: alrededor de los 2 años iniciamos la retirada de la toma de las mañanas (el ingreso al jardín fue un aliado importante); al lograr omitir esa toma por alrededor de 2 meses, iniciamos con la toma de la tarde, bajo la misma estrategia de distraer y no ofrecer.
  3. Las tomas nocturnas:
    • A los 3 años, cuando ya no teníamos tomas durante la mañana ni en la tarde, llegó el reto de la noche: tomábamos teta para dormir y mi hijo pedía 1 o 2 veces en la madrugada. Así que iniciamos hablando sobre eso, expresando mi sentir sin cargarlo de culpa ni responsabilidad, sino explicándole la situación: “mamá ha disfrutado mucho darte leche, es mágico que nuestro cuerpo produzca alimentos para que un bebé pueda vivir”; “la leche de mamá fue muy importante cuando naciste porque solo comías eso, pero ya creciste mucho y estás fuerte”; “cuando los bebés crecen ya quieren probar comida: tú comenzaste a comer mango y ya tomabas menos teta”; “el cuerpo de mamá lleva mucho tiempo trabajando para producir leche, en un momento necesitará un descanso”; “para producir la leche, el cuerpo de mamá trabaja todos los días; a medida que los bebés crecen y caminan, el cuerpo debe trabajar en otras cosas y produce menos leche, hasta que se va acabando”… Intenté no utilizar comentarios como: “los niños grandes ya no toman teta” o “tú ya estas muy grande para tomar teta”. En este punto, me apoyé en una breve historia que inventé a manera de narración de cuento.
    • En este camino, iniciamos un ritual de amor nocturno sin quitar la toma de leche: el ritual consistía en leer un cuento, tomar teta y poner una canción para dormir. Siempre escuchábamos una y otra vez la bellísima canción “Dormite” de Zully Murillo e interpretada por Marta Gómez (la pueden encontrar en el siguiente enlace https://www.youtube.com/watch?v=SzSGgjAw-Ps) e incluso, hasta el día de hoy todavía lo hacemos. En el ritual de sueño, papá participaba de manera activa y éste se convirtió en el mejor somnífero para nuestro hijo.
    • Elegir el ritual adecuado a los gustos del bebé y de cada familia es muy importante, ya que ese momento remplazará, en un futuro, la toma nocturna. El ritual puede ser: un cuento, una canción, un masaje, el baño, rascar la espalda o la cabeza, contar una historia…
    • Teniendo un ambiente que anticipaba la dejada de la teta e instaurado un ritual de amor junto a la toma, planteamos a manera de juego-reto la posibilidad de dormir una noche sin teta: “¿qué tal si mañana dormimos sólo con el cuento y la canción?” El reto-juego planteado no le gustó mucho a mi hijo, así que me hizo una contrapropuesta: “¿qué tal si antes de mi cumpleaños de 4, ya no tomo más tete?”. Me quedé ¡Plop! porque iba a ser muy rápido, pero respiré profundo y lo animé en su propuesta “súper, intentémoslo y vamos viendo cómo nos sentimos”.
    • Comenzamos a planificar nuestro reto-juego, haciendo énfasis en el ritual de amor para dormir, demostrando y creando un lugar seguro que alimentará esa relación entre mamá y bebé más allá de la teta. Mi hijo le puso fecha a la noche y como por arte de magia, se durmió sin pecho, pero con mamá y papá muy cerquita, escuchando un cuento y una canción.

Desde esa noche no volvimos a tomar tete y siempre nos dormimos con cuento y canción. ¿Será magia? No, respetamos el proceso, conocimos nuestro contexto, le pusimos mucho amor y nos tomamos el tiempo necesario. En medio de una sociedad que está acostumbrada a la inmediatez, que todo salga rápido, es necesario retornar al ritmo de la infancia.

Cada historia es diferente, cada necesidad es particular, cada personalidad es única, pero como dice el título de este blog, un destete respetuoso requiere de un proceso de TETA, es decir: Tiempo, Encuentro, Tiempo (sí, más tiempo) y Amor. Pónganse un propósito de acuerdo con lo que observen, analicen y sientan de sus cuerpos; llenen los días de encuentros de amor y abran sus mentes para darse la oportunidad de disponer más tiempo para que ese proceso sea especial para todos.

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